

–Hace aproximadamente un milenio, el gran avance tecnológico permitió un cambio social, en la forma de la relación humana, en la manera de acceder a la información. Los investigadores la llamaron, pues, la era de la información. A pesar de tener los conocimientos a su alcance, todavía eran primitivos en el aprovechamiento y manejo de ésta y, por tanto, se sucedían verdaderas atrocidades y la educación no era eficaz: los gobiernos no funcionaban, existía el hambre, los asesinatos entre hombres y mujeres, la intolerancia, la discriminación, las guerras... y un largo etcétera. El acercamiento de la tercera guerra mundial, como todos sabemos, estuvo a punto de extinguir nuestra especie y se impuso el tratado “Oportet quod species hominis superesse” traducido como la especie humana debe sobrevivir. Se planteó regenerar el sistema global y con ello, el papel fundamental que jugaba la educación fue el punto de mira. Todas las naciones con poder trabajaron para desarrollar un sistema que permitiera, por encima de todo, generar un bienestar social inclusivo, antidiscriminatorio y tolerante, combatiendo las desigualdades y acentuando el altruismo. Este sistema educativo estaba fuertemente respaldado por los sistemas políticos y económicos. La renovación no fue fácil, pero tal y como estábamos, al borde del abismo, todas las personas sacaron fuerzas de flaqueza y se construyeron las bases que se dejaron escritas en dicho tratado. A través de los años se fue perfeccionando hasta nuestro CXXXVIII tratado. Las cosas han cambiado mucho, y un acto tan deshumanizado como éste puede replantear la utilidad del sistema. Es posible que estemos ante una reformulación del tratado, quién sabe. También puede ser cierto, tal y como afirmaban los filósofos antiguos de hace mil años, el ser humano es oscuro en su naturaleza y cometerá actos impuros siempre y cuando tenga la oportunidad de hacerlo. Sé que esta afirmación es disparatada, ya que la ciencia ha demostrado que en innumerables ocasiones que la educación es el arma, si me permitís esta atrevida expresión, más potente para estabilizar y armonizar la convivencia de las sociedades y del propio individuo. No obstante, esta situación también es disparatada, así que no veo por qué no tener en cuenta que no podremos dominar del todo nuestra violencia. Es posible que estemos en la antesala de una nueva educación. Veremos qué es lo que decidimos en la cumbre global de los líderes–.
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