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miércoles, 8 de marzo de 2017

"Leer y viajar"

Leer y viajar van estrechamente de la mano. Cuando estamos saliendo de lo rutinario, nuestra imaginación nos permite llegar a mundos únicos e inexistentes en otras personas.

Tuve una infancia bastante agradable, iba al colegio y me divertía. Recuerdo mi primer contacto con la lectura: Aquella monja pequeña entrenando a darnos clase y así empezó todo gracias a la madre María. Nos llegaron esos libros de tapa amarilla  y dura, en los cuáles cada hoja tenía una letra del abecedario y palabras formadas por esa letra, que recuerdos aquellos dibujos de colores que tanto nos gustaba ver... Aunque la lectura era aburrida,  el objetivo era para aprender a leer sin saberlo estábamos iniciando uno de los mejores viajes que posee el ser humano.... la lectura.




En casa, pude disfrutar sin reparos de todo tipo de libros... cada vez que se me caía un diente el ratoncito Pérez aparecía con un magnifico libro: Pulgaricito, Cenicienta, Pinocho, La bella y la bestia y un sinfín de cuentos clásicos invadían mi infancia.

A medida que transcurrían los años, iban apareciendo en mi vida más libros narrativos o de otros géneros literarios... Un día por casualidad encontré en casa de mi abuela un cómic de Mafalda y sin saberlo se convirtió en mi gran compañía de la infancia esos cómic de Mafalda o de Mortadelo y Filemón... incluso en clase había para leer.

En mi adolescencia con una pubertad emergente y con fenómenos a flor de piel como: la saga de harry Potter.... iluminando esta difícil y gran etapa de la vida. Otros libros son el pícaro Lazarillo de Tormés, el loco de El Quijote, o soñar solos como Robinson Crusoe.



A día de hoy, sigo viajando y navegando en los libros, pero descubriendo mi gran pasión la novela historia o la novela de ciencia-ficción con un carácter histórico. Son muchos los libros como La catedral del Mar, El código da vinci, o los libros de nuestra escritora alicantina Matilde Asensi con Iacobus, el último catón o el regreso del catón.




A día de hoy y a mis 23 años sigo navegando entre los libros iniciando viajes como : El asesinato de Sócrates o el nuevo libro de la saga de Harry Potter.











sábado, 25 de febrero de 2017

Soy lo que leo

Transcurridos 23 años de vida, echo la vista atrás y, con cierto asombro, puedo contemplar cómo los pasos que me han llevado a ser cómo soy han venido determinados, en cierto modo, por las lecturas que han alimentado y sellado mis ideas, mis gustos, mis creencias, en definitiva: mi ser. En efecto, estoy convencido de que a lo largo de la vida (al menos la mía) las lecturas no son reveladas en el momento oportuno.
En la infancia, mis primeros pasos estuvieron acompañados por la gran colección de Disney heredada en gran parte por los cuentos de los hermanos Grimm. Cada cuento o película me llevaba a un nuevo lugar, como si de un viaje por el mundo se tratase. Estaba empezando a entender, casi de manera inconsciente, la cantidad y variedad de lugares, personas, animales de la que estaba compuesto este maravilloso mundo.
No obstante, si tuviera que representar la infancia en un libro, éste sería sin dudas alguno de la colección de Manolito Gafotas de Elvira Lindo, donde ya empezaba a sentir verdadera empatía con una voz que emergía de entre las líneas del libro, pudiendo identificarme con "el tete" (el hermano pequeño) cuando yo aún lo era en mi familia, así como con Manolito (el hermano mayor) cuando llegaron tres locos bajitos a mi familia años más tarde.
En la siguiente etapa, la adolescencia, la literatura se volvió en la mayoría de los casos una enemiga que se presentaba de manera forzosa como un deber académico, aunque a veces, sin quererlo, se convertía en la aliada idónea para combatir y sobrellevar la revolución hormonal propia de esos años. Ejemplo de ello fueron los poemas de Miguel Hernández, con los que empezaba a entender, a sentir, y a doler, como El rayo que no cesa, qué era eso de la Vida, por qué nos vuelve tan sumamente locos aquello otro llamado Amor, y por qué se teme tanto a la dichosa Muerte.

Por otra parte, mis gustos se iban perfilando y me embauqué en el mundo de las sagas: leí algunos libros de Harry Potter (antes de ver la película), vi la saga completa de Star Wars, vi en pantalla la que para mí ha sido la mejor saga literaria trasladada al cine hasta el momento: El Señor de los Anillos, leyendo posteriormente El Hobbit, ambos de J.R.R. Tolkien, quedando fascinado en los detalles de personajes, paisajes y aventuras, dotando de grandeza a la simplicidad, como Bilbo Bolson.

Últimamente, sigo en ese mundo. Soy un amante de las series desde que vi hace años LOST, siendo Juego de Tronos la que sigo desde su estreno hace varios años, habiendo leído posteriormente algunos de los libros del genio G.R.R. Martin, como Tormenta de espadas o Festín de cuervos. También soy seguidos de otros estilos, como el descaro inteligente de Pérez Reverte, o la dulzura pasional hecha letra de Mónica Carrillo. 
Desde los inicios hasta el hoy, éstas son mis lecturas, es decir, éste soy yo: soñador, hermano, explorador, perdido, aventuro, romántico, curioso, y como los libros: vivo.

miércoles, 22 de febrero de 2017

"Date por requetebién pagada"

Aquel secreto del abuelo lobón le trajo a la pobre garza mal pagada más de un disgusto, ¿cómo se iba a imaginar ella que el tarado vegetariano del nieto del abuelo lobón comiera castañas? Y lo que es peor, ¿quién iba a imaginarse que después de salvarle la vida de un atragantamiento con una castaña, este le dijera en pocas palabras “hasta luego cocodrilo”? En fin, así es la vida y ahí comenzó mi aventura con los libros.

Nunca supe por qué le tenía un amor tan grande a ese cuento, ni por qué me convertí en la fan número uno de aquel lobo loco, lo que sí sé es que por aquella época entonces, mi madre pasaba el tiempo entre costuras y a mí me encantaba descubrir libros como aquel, que guardaban secretos ocultos.

Tanto me marcó aquel lobo, que pasó el tiempo y me convertí en alguien tan caótica y loca como él. Me convertí en una moderna de pueblo que paseaba por donde los árboles cantan y vivía con un fantasma que pagaba alquiler cuando le apetecía.

Pero un día ocurrió algo divergente. Era la hora de comer y me acerqué a la cocina para prepararme una sopa de ajo, sin embargo me di cuenta de que sinsajo no se puede hacer y ese día no estaba preparada para jugar otra vez a los juegos del hambre, así que decidí pasarme por el Pollo Pepe, y fue entonces cuando lo vi.

Había leído mucho sobre enamorados pero la verdad es que esos libros me provocaban pesadillas, sin embargo ese momento estaba muy lejos de parecerse a aquellas novelas que leí durante mi pubertad. Me sentía en llamas y pensé: “si tú me dices ven lo dejo todo, pero dime ven”. Entonces, en lo que dura un parpadeo, una chica se cruzó en su camino y le dio besos, besos. En ese momento supe que nunca me diría ven, pese a que yo lo habría querido con locura, así es mi corazón.


Desde entonces me di cuenta de que a pesar de aquellas pesadillas, leer novelas románticas me hacía sentirme viva, como ocurrió aquel día. Ahora, todas las noches un monstruo viene a verme y cuando no puede voy yo donde viven los monstruos, aunque sé que algún día llegaré a estar a tres metros sobre el cielo y podré saber a qué sabe la luna, porque si hay algo de lo que estoy segura es de que soñando a través de una páginas podemos llegar a cualquier parte.

La rosa: Cultivos y cuidados.


Dado que nací un 23 de Abril, el mismo día en que fallecieron William Shakespeare y Miguel de Cervantes, quisiera relatar cómo he experimentando la lectura a lo largo de mi vida con un símil entre mi hábito hacia la lectura y algo tan simbólico y que se suele regalar en éste día tan especial, una rosa.

Recuerdo mi infancia con mucha añoranza, donde aquellas noches no nos podíamos ir a dormir ni mis hermanos ni yo si no venia nuestro padre a contarnos algún cuento, ya fueran los de María Sarmiento o algunos cuentos populares como Los tres cerditosRicitos de OroCaperucita Roja o Los tres cabritillos. Es en esa época cuando mi padre, cultivaba y regaba todos los días esa semilla que se convertiría en una rosa.


Cuando me incorporé al colegio, recuerdo que la lectura era algo que se imponía y la cual la percibía como una amenaza. Recuerdo que nos pusieron de un día para otro, aprendernos el poema del Pirata de José de Espronceda. En esa época aborrecí la lectura de tal manera que no quería leer absolutamente nada, la rosa que estaba por aun estaba por crecer y florecer, se estaba marchitando antes de hora…

Fue entonces cuando apareció de repente el jardinero, para no dejar marchitar esa flor que tanto le había costado mantener, ese jardinero de quien hablo es mi padre,  lo que se propuso hacer, fue llevarme todos los años, el día de mi cumpleaños, a la feria del libro, y me dejaba escoger los libros que más me llamaran la atención; recuerdo uno en especial, ya que fue el primer libro que rememoro de ésta experiencia, y era un libro de chistes, pero no me acuerdo exactamente del título; además me compraba cómics de Mortadelo y Filemón, y cada fin de semana me compraba una Revista, para que me fuera adquiriendo cada vez más el hábito de lectura, es por ello, que dicha rosa, comenzó a brotar.
Resurgieron en mí las ganas de seguir leyendo, fue entonces cuando comencé a leer la saga de Harry Potter, la que recuerdo perfectamente porque me la regalaron cuando hice la primera comunión, además de leer el Diario de Ana Frank, El niño con el pijama de rayasLa casa de Bernarda Alba, Don Quijote de La Mancha entre otros…

Se podría decir, que ahora la Rosa está más selvática y radiante que nunca, gracias a ese jardinero que la fue regando y cuidando hasta llegar a ser cómo es ahora…

martes, 21 de febrero de 2017

"No todos los que vagan están perdidos"



Invierno del 91, me resistía a nacer. Dentro todo era oscuro pero, fuera reinaba el blanco, no sé si había palmeras en la nieve cerca del hospital pero, lo que queda claro es que sí al revés, pues cada año es el recuerdo de mi madre y su ¡cómo nevaba! lo que nos hace sonreír. Estanterías llenas de colores piden paso a esos copos teñidos del más puro color blanco. Vaga por mi mente el sueño de una noche de verano donde hojas llenas de letras e ilustraciones, hacían olvidar el húmedo calor de una Málaga del mes de agosto, lugar de cuyo nombre sí quiero y querré acordarme siempre, pues allí viví con cada crepúsculo una aventura, con cada amanecer una experiencia y con cada luna nueva, también nuevas imaginaciones.
Creces y, aunque Caperucita, los Cabritillos y Blancanieves con sus siete enanitos te obliguen a ver que hay vida más allá del reino de nunca jamás, mentiría si dijese que no sonrío ante un ¡buenos días princesa! Porque la vida es bella para no hacerlo. Caminas y caminas, porque como dijo el señor conejo, llegas tarde, y cuando lo haces, ves que es la adolescencia quien te está esperando, y es en ese momento cuando al recordar la infancia, siempre comienzo pensando yo antes de ti… Esta etapa está llena de experiencias que sin duda, recordarás para toda la vida, vivencias sobre la amistad, ¿verdad Cicerón? O aquellas rosas preciosas que te regalaron un día, no recuerdo si eran trece rosas rojas, sí que no eran girasoles, ni estaban ciegos los ojos que me las entregaron, sí recuerdo que mencionaban en silencio lo que alguien no se atrevió a decir con palabras, pues la voz dormida no se lo permitió, sí recuerdo también, que me dejaron ver lo que escondían sus ojos. La adolescencia quizá te lleve sentirte un componente más del club de los incomprendidos, ¿tu familia no se entera de nada verdad?, ya lo sé. Si bien me permites un consejo, te diré que ellos están siempre ahí, caminando contigo hacia el horizonte que quieras dibujar, y también te diré, no la recuerdes como si hubiesen pasado cien años de soledad. Solo habrán pasado unos pocos años y, si te sientes solo/a, siempre puedes recurrir a un diario, aunque espero que no tengas que hacerlo a escondidas, como Ana Frank. Cuando crezcas, y abras tu diario, seguramente aparecerá el nombre de aquel profesor que no se cansaba de repetirte que eras un vago, pero no temas, pues no todos los que vagan están perdidos. A veces, sentirás que no ves, o que todo quema demasiado, pero si Jane Eyre se repuso a todo ello, tú también. Y un último consejo, ¡vive!, cada vez que ríes sumas años de vida dicen, ¡ríe!, conviértete en un Benjamin Button, sé más joven cada día...
Y ahora, ahora que estás justo en ese momento en que  necesitas leer antes de dormir, cuando lo haga, yo soñaré con mi isla, una del Mar Mediterráneo, una en la que solo se oyen gaviotas y el ruido de las olas al acariciar la arena. Pues mañana, al despertar, la alegría de niños y niñas de tres años me espera, y de corazón deseo que nunca jamás se duerma su voz, aunque reconoceré una cosa, y es que, tengo miedo, pues aunque J.A. Marina nos hable de la educación del talento, ya dudo en qué medida ha de favorecerse cada cosa. Yo, mientras tanto, les seguiré mostrando páginas llenas de color y aventuras, pues como dijo Carl Sagan, “La imaginación nos lleva a menudo a mundos que nunca fueron, pero sin ella no vamos a ninguna parte”.

Si aún me quieres...

Si todavía me respetas, si todavía te respetas a ti mismo, por favor:

Constrúyeles un refugio de hormigón armado, donde se sientan seguros, convivan con sus miedos y los acepten. Nada de corazones de paja o mentalidades de madera.

Planta con tu magia una enredadera que llegue hasta el cielo, regado por los sueños y el amor que necesitan. No importa si son habichuelas.

Promételes que el amor entre hermanos es la unión más fuerte y que pueden vencer hasta las brujas más temibles. No hay sopa más deliciosa que la hermandad.

Indícales que los detalles del tamaño de un guisante pueden convertirse en verdaderos protagonistas del mundo. Desátate del tiempo y aprende a percibirlos.

Muéstrales que los defectos son una ventaja y que nos visten de lo que somos. El soldadito no es menos soldado si le falta una pierna y, si se apellida Espinosa, te invitará a su fiesta para despedirla. No hay nada como ver el lado positivo de las cosas.

Déjales claro que el patito feo tiene corazón de cisne y que la belleza está en el interior.

Por supuesto, ábreles el mundo de la fantasía. Deben imaginar, soñar y vivir en otros mundos distintos al propio. Han de aceptar que el invierno se acerca y nadie es imprescindible, pues es necesario vivir momentos trágicos, difíciles, para aprender a avanzar y encontrar la amistad y la paz hasta en los lugares más oscuros, aunque vayas vestido con tu típico pijama de rayas. Pueden superar cualquier adversidad, conociendo la magia de las palabras, siendo la aprendiz de tu propia vida, tomando la iniciativa. Es posible que tu varita te elija a ti, que seas 'el elegido' y tu frente se llene de rayos y centellas. No obstante, a la hora de la verdad, tendrás que ser un entrenadísimo alquimista para descubrir la fórmula secreta de la vida. No importa si no lo consigues, lo realmente importante es que no ceses en tu empeño.

Hazles conocedores de su historia, de los clásicos, pues el exterior está lleno de peligros y uno mismo puede quedarse ciego mirando el sol. No apures, siempre tendrás tú lazarillo que te enseñe el camino o tu celestina que te acerque el amor. Y, aunque te digan que siempre has de ser ordenado, precavido y sereno, busca tu desorden interior, lucha contra tus bestias y no dejes de nadar valientemente contracorriente. Qué importa cuán altos sean esos molinos.

Proponles escuchar a los sabios ancianos. Seguramente les dirán que salgan de la caverna para encontrar su mito. Que pongan en duda absolutamente todo lo que conocen a través de sus discursos para hallar el método en su afán por dirigir la razón y que, sean personas activas en su aprendizaje y critiquen, con razón, la pureza del mundo que les rodea.

Pero, sobre todo, enséñales a pintar el mundo con color, a sobrevolar constantemente el arte y aprender hacer malabares con las palabras. Enséñales a leer el lenguaje de la naturaleza, con paciencia, pues tiene mucho que decir.


Si aún me quieres haz de éste un lugar mejor.

lunes, 20 de febrero de 2017

Fueron aquellos maravillosos años...

Todavía recuerdo aquellos maravillosos años, el libro que, a pesar de ser triste, tiene un bonito nombre, y donde se deja ver a un Rafael Aníbal muy preocupado por la precariedad intelectual. Aquellos años tan maravillosos donde a todos los monstruos les daba miedo la oscuridad, y es que… ¡Eran como niños!. De ellos aprendí tanto que desde hace poco tiempo un monstruo viene a verme todas las noches, unas en formato papel y, otras, en formato cinematográfico, quedándome, sin duda, con el primero. Y una de esas noches el monstruo apareció hambriento para decirme: ¡Voy a comeDte! Igual de hambriento que se mostraba el lobo de Caperucita Roja, la historia que, sin duda alguna, ha marcado mi infancia, llevándome a lugares desconocidos y donde el miedo se convertía en diversión.

Dejando a un lado a esos monstruos, fui creciendo y el trovador oscuro me enseñó el valor de la lealtad. En ese momento decidí hacer la llamada de lo salvaje, la cual provocó en mí una gran devoción por los perros, sintiéndome atraída por su fidelidad y sabiduría, y llevándome a querer empatizar con ellos gracias al coloquio de los perros de Cervantes. Tengo que reconocerlo, siempre he hablado con los perros, lo sigo haciendo, y aunque sepa que no me van a responder porque no me comprenden, pienso en lo que me enseñó Paulo Coelho, y es que "saber no es comprender, podríamos saberlo todo y no comprender nada".

No podría dejar de nombrar la literatura que me hizo crecer, aprender, y, por qué no, entender. Don Quijote de la Mancha y Sancho Panza, paisanos míos, siempre presentes, aunque ausentes. Para intentar encontrarlos, sin confundir los molinos con gigantes, pasé cinco semanas en globo y naufragué en los viajes de Gulliver, donde si algo aprendí fue el valor del amor y del respeto en toda su expansión, convirtiéndome incluso en una Celestina. Y, hablando de romanticismo, y de todo un poco, Bécquer me enseñó sus rimas y leyendas, con las cuales disfruté como una niña con un juguete nuevo, quedando los ojos verdes y la rosa de pasión grabadas a fuego en mi mente.


A día de hoy, la chica del tren con la que coincidí en mi último viaje y su lobo estepario, el cuál lleva la condición humana al extremo, me hacen pensar que cuando duermo alguien me dispara, y yo ya estoy muerto, pero solo son sueños de piedra. Por eso siempre he pensado que hay que vivir en sueños lo que en vida no se puede, para llegar más allá de lo alcanzable.




Bon appétit!

Comer por haber comido no hay nada perdido, frase mítica de sobremesa de mi abuelo Cristóbal, un gran amante de la gastronomía en general y las novelitas del oeste, como él las llamaba, en particular. En su honor y fusionando estas dos aficiones, propongo esta entrada dedicada a mi trayectoria lectora, porque comer es una necesidad de los 365 días del año. 

Qué fundamental es el desayuno, la primera comida del día que no te puedes saltar. Entiéndanse así también los primeros pasos de una niña en su contacto con los libros, un inicio de una trayectoria del futuro. Y cómo me gustan los desayunos de los hoteles que despliegan un abanico de posibilidades dulces o saladas, colores y detalles. Como las opciones de lectura de los infantes, que tienen mil ideas atractivas que seleccionar. En mi caso no puedo dejar de nombrar una colección de cuentos Disney. Algunos de ellos acompañados del "cassette" para escucharlos, ¡qué entretenido aquello de meter los deditos y dar vueltecitas a las ruedas! ¿os acordáis? Y no me olvido tampoco de las tres brujitas Amalia, Amelia y Emilia

El almuerzo, sin embargo, es complejo, tienes hambre pero no sabes de qué, cual adolescente. En esta etapa destacaría títulos como Campos de fresas o El Príncipe de la Niebla

Durante la comida ya el estómago te pide otros sabores y hay días para todo. Esas jornadas de frío y lluvia en las que los platos tradicionales de cuchara son los protagonistas como el Libro de Buen Amor, El Lazarillo de Tormes, La Celestina, La viuda valenciana, Don Quijote de La Mancha, La dama duende, La Regenta o las Odas Elementales. Aunque siempre hay alguno que no te gusta, pero bueno, la gastronomía española es muy rica. 

La merienda es un capricho, te permites un paréntesis, un momento fantasioso como Harry Potter, El Hobbit o El señor de los anillos. Lo mejor es que luego no te arrepientes de habértelo comido, como el chocolate. 

En la cena, sin embargo, ya es otra historia. Sí piensas en esos kilitos de más y te preocupas por el exterior, un claro ejemplo, El beso de la mujer araña

Y antes de dormir, nada de comer. Porque es abrir una página y entro en estado de somnolencia profunda. Cuestión de costumbres. Pero lo que sí está claro es que ¡comer es un placer!

Del principio al sinfín



      Mis primeros recuerdos de entrada hacia el mundo literario comienzan con la invención de cuentos que mi padre solía contarme cada noche antes de dormir. Me convertía en la protagonista de miles de aventuras inventadas. He de confesaros que  a veces he llegado incluso a ser una mariposa verde.  Otro de mis mejores recuerdos de los libros se encuentra tras un decorado de una habitación de adolescente que amaba la lectura,  la habitación de mi hermana Sandra.  Recuerdo aquellas estanterías repletas de libros y que cuando llegaba cada noche y abría la puerta de aquella habitación ella se encontraba tumbada en la cama y con un libro entre las manos. Sin darme cuenta yo también comencé a pasar las noches en esa habitación haciendo exactamente lo mismo que ella y conociendo historias como macarrones con cuentos, el puente de piedra, las hadas verdes… y así hasta que me encontré unos cuantos años después con Laura García Gallego y el valle de los lobos. Un libro que mi profesora de lengua en la secundaria propuso de lectura para reseñar. Sumergirme en ese mundo de magia junto a Dana y Kai fue encontrarme con una nueva puerta. Y una vez abierta y allí dentro ya no podía conformarme con los libros que tenía en casa. Así pues la maldición del maestro, la llamada de los muertos y Fenris el elfo fueron los primeros libros que me compré yo misma y creo que ahí realmente surgió mi necesidad. 

     Pero no solo de novelas quiero hablar porque con aquella profesora de lengua poemas también fuimos a tratar. Y unas golondrinas pude escuchar en una noche estrellada donde se podían escribir los versos más tristes porque una mirada parecía un mundo y alguna que otra princesa estaba triste por un amor constante más allá de la muerte. Había algo de magia en todos aquellos versos, había un entramado de significado en el que te podías sumergir y descubrir los temas y pasiones ocultas de diferentes autores. El mundo de los comics de manera paralela también llegó a mí. Gracias a una tienda en el centro de Alicante podía contemplar aquellos dibujos y diálogos tan característicos y fascinantes. Parecía teatro hecho papel. Y hablando de teatro… como olvidar por la época de bachiller aquellas lecturas en voz alta en clase de literatura. Como olvidar la celestina alcahueta para arriba y para abajo con sus tejemanejes o como olvidar a Segismundo intentando descubrirse a sí mismo… o Fuenteovejuna ¡todos a una! En todo este ir y venir de palabras alguien dejó reposar en mis manos memorias de Idhún y ya no hubo noche que pudiese dormir sin leer.  Y así, entre los libros que me traía mi padre como las cenizas de Ángela, pálida como la luna y entre los que me compraba yo como la cosecha de Samheim, el nombre del viento y león kamikaze fui casi sin querer elaborando mi humilde biblioteca que a día de hoy aunque despacio pero sin pausa espero que no deje de crecer.   
  

domingo, 19 de febrero de 2017

¡Están locos estos romanos!

Estamos en el año 2.017 d.C, todo el planeta Tierra está ocupado por 50 sombras…¿todo? ¡No! un grupo bastante amplio de irreductibles, resiste ahora y siempre al invasor, pero la vida no es fácil. Tal y como ocurría en la Antigua Roma, donde los asesinos del emperador andaban al acecho incluso en los espectáculos del Circo Máximo, y donde había que tener mucho cuidado, en especial con alguna Legión Perdida, capaces hasta de matar a un ruiseñor, actualmente tenemos que estar unidos ante l@s fieles obnubilad@s por el poder oscuro del sado, porque en cualquier momento pueden querer castigarnos con los septuagésimo cuartos juegos del hambre. Si sucediese, no debe darnos miedo, porque venceríamos, y tras la caída de los gigantes, vendría el invierno del mundo, para posteriormente disfrutar del umbral de la eternidad. Este poder de elucubración lo he venido desarrollando desde el año 1994, no porque fuese el año en el que hice la comunión y tuviese una aparición mariana que me iluminase, si no porque pasé a formar parte del Club de los Siete Secretos, en el que coincidí también con Jessica Fletcher, y la vida se convirtió en un Código Da Vinci, que constantemente te invitaba a interpretar señales y ver quiénes eran los ángeles y los demonios para "mandarlos”al cielo o al Inferno, pero para ello, tenía que saber realizar un diagnóstico social, así que decidí estudiar Trabajo Social. Cuando me diplomé, aún sentía  ganas de seguir resolviendo misterios y además quería colaborar en la lucha contra el mal, y decidí empezar mis estudios de Criminología, que para mentes inquietas con tendencia a la rápida asociación, decirles que no, no es CSI, y que tampoco soy una morbosa buscando que mi trayectoria profesional se desenvolviese y estuviese inmersa en crímenes exquisitosDurante estos años he ido aprendiendo que el mundo no sólo se divide en ángeles y demonios, también en hobbits, elfos, enanos, medianos…¡incluso muggles! y que la línea del bien y el mal no es que sea difusa, más bien, intuyo que esa supuesta línea, intenta darnos orientaciones y estructuras de vida, divide y define las diferentes realidades y situaciones, e incluso a veces polariza el mundo. Aunque esa línea no la podamos ver porque “lo esencial es invisible a los ojos”, no por ello deja de existir y de crear situaciones injustas en las que el Viento del Pueblo debe soplar con fuerza. 

Bueno, después de hacer este recorrido con algunas de las lecturas que han formado y forman parte de mi vida, es hora de ponerme el pijama y descansar. Por cierto mi pijama es de rayas, y espero que jamás las rayas vuelvan a suponer lo que significaban en la obra Jhon Boyne.

martes, 14 de febrero de 2017

Práctica 1. Autobiografía lectora (y audiovisual)


La primera práctica consiste en realizar una reflexión sobre vuestra formación lectora a través de las obras que más han influido en vuestra personalidad. 
Extensión aproximada: 300-500 palabras. Podéis incluir enlaces e imágenes.

Plazo recomendado 22 de febrero, para comentarla en clase la próxima sesión. 

Ejemplo de partida (Primer borrador 2016):

Podría comenzar con "en el principio fue el verso", pero como San Manuel, o mejor, Don Miguel, mentiría, ya que no me siento muy católico, pero sí catódico. Quizás en el principio fue la fuerza de la lectura.  En clase hablamos por encima de la poesía, entonces sí que os puedo asegurar que, como muchas personas, en el principio, comenzamos volviendo a tu balcón, pero pronto fuimos "bendecidos" por la poesía coloquial uruguaya. Seguiré desarrollando esta primera aproximación, pero lo que sí que os puedo confesar es que he leído. 

Actividad: Identifica los distintos referentes literarios y audiovisuales.