lunes, 20 de febrero de 2017

Bon appétit!

Comer por haber comido no hay nada perdido, frase mítica de sobremesa de mi abuelo Cristóbal, un gran amante de la gastronomía en general y las novelitas del oeste, como él las llamaba, en particular. En su honor y fusionando estas dos aficiones, propongo esta entrada dedicada a mi trayectoria lectora, porque comer es una necesidad de los 365 días del año. 

Qué fundamental es el desayuno, la primera comida del día que no te puedes saltar. Entiéndanse así también los primeros pasos de una niña en su contacto con los libros, un inicio de una trayectoria del futuro. Y cómo me gustan los desayunos de los hoteles que despliegan un abanico de posibilidades dulces o saladas, colores y detalles. Como las opciones de lectura de los infantes, que tienen mil ideas atractivas que seleccionar. En mi caso no puedo dejar de nombrar una colección de cuentos Disney. Algunos de ellos acompañados del "cassette" para escucharlos, ¡qué entretenido aquello de meter los deditos y dar vueltecitas a las ruedas! ¿os acordáis? Y no me olvido tampoco de las tres brujitas Amalia, Amelia y Emilia

El almuerzo, sin embargo, es complejo, tienes hambre pero no sabes de qué, cual adolescente. En esta etapa destacaría títulos como Campos de fresas o El Príncipe de la Niebla

Durante la comida ya el estómago te pide otros sabores y hay días para todo. Esas jornadas de frío y lluvia en las que los platos tradicionales de cuchara son los protagonistas como el Libro de Buen Amor, El Lazarillo de Tormes, La Celestina, La viuda valenciana, Don Quijote de La Mancha, La dama duende, La Regenta o las Odas Elementales. Aunque siempre hay alguno que no te gusta, pero bueno, la gastronomía española es muy rica. 

La merienda es un capricho, te permites un paréntesis, un momento fantasioso como Harry Potter, El Hobbit o El señor de los anillos. Lo mejor es que luego no te arrepientes de habértelo comido, como el chocolate. 

En la cena, sin embargo, ya es otra historia. Sí piensas en esos kilitos de más y te preocupas por el exterior, un claro ejemplo, El beso de la mujer araña

Y antes de dormir, nada de comer. Porque es abrir una página y entro en estado de somnolencia profunda. Cuestión de costumbres. Pero lo que sí está claro es que ¡comer es un placer!

5 comentarios:

  1. Gran experiencia literaria... Los lectores insaciables siempre tenemos ganas de seguir devorando grandes libros. A la hora del desayuno, de la comida, de la merienda, o de la cena. ¡Eso no importa!

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  2. ¡Cómo me gusta esta práctica! Estoy saboreándola todavía. Aunque yo soy más de picar entre horas y de abrir la nevestantería a las dos de la mañana.

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  3. Noemi me gusta mucho como escribes no se si tendrá que ver eso de que eres filóloga jajaja

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  4. La he leído una y otra vez y ¡me ha encantado!

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  5. No he podido evitar con tu texto, imaginar a una niña de pelo rubio sentada a la mesa mientras escucha atentamente a su abuelo Cristobal. ¡Qué recuerdos de niñez! !Y qué hambre!

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