Práctica
5: ¿En 2030?
No
está muy lejos esta fecha como parece. Pienso que no tenemos que
echarnos las manos a la cabeza por los posibles cambios educativos.
Los elementos que intervienen siempre son los mismos: maestro/a,
alumnos y la relación que se establece entre ellos, familia y resto
de docentes. Pero lo importante no es eso.
Podemos
ver que paulatinamente el uso de las nuevas tecnologías nos puede
deslumbrar y poner el acento en lo que no es importante. Lo
importante es que el alumnado tenga un gran deseo por descubrir por
sí mismo el saber que se encierra en la literatura, las artes, las ciencias y el resto de disciplinas. Pienso que un buen maestro es aquel que despierta en el
alumnado ese deseo de querer saber, querer conocer, profundizar en
lo que se le ha instruido, intentar comprender por qué eso es así.
De esta manera la educación del futuro será una educación que
favorezca hábitos de estudio, de comportamiento adecuado y respetuoso y gusto por querer aprender y
estudiar.
Las
nuevas tecnologías ofrecen un nuevo formato, una nueva manera para
poder adquirir el conocimiento, pero ellas no son el fin. Tenemos que
mirar hacia adelante y aprovechar los adelantos: e-books, tablets, ya
que eso hace que el alumnado desarrolle con la ayuda del maestro la
posibilidad de aprender a aprender.
Lo
importante de todo es fomentar en el alumnado una voluntad fuerte
para que valore el conocimiento por sí mismo, de tal manera que
conocer no sea una pesada carga, sino como el descubrimiento de un
tesoro que hay que encontrar a través de un viaje apasionante y a la
vez divertido, con muchos obstáculos por el camino, pero sólo el
que tiene una voluntad tenaz y es capaz de trabajar en equipo junto
con su guía (maestro/a) llega al final.
Pienso
que aunque estemos en 2030, un buen maestro ha de dar ejemplo en su
aula tratando no de adoctrinar sino de hacer que el alumnado conozca
los valores de respeto hacia los demás y hacia sí mismo, efectúe
una jerarquía de valores donde el compañero/a sea antes que él
mismo, donde el promover el compañerismo y la ayuda mutua sea más
importante que un individualismo competitivo, donde el respeto a los
mayores y a sus enseñanzas sean objeto de interés y donde todos
podamos construir una auténtica comunidad educativa. De tal manera
que no hayan en nuestras aulas alumnos inconformistas, apáticos o
desertores, sino que sientan que el colegio es un lugar donde pueden
expresar sus ideas sin ser juzgados y donde nadie prejuzgue a nadie,
sino que haya un ambiente de respeto y de auténtico valor de la
persona humana. Es decir, donde haya normas aceptadas por todos, no como
imposiciones sino como fruto de un consenso basado en valores comunes
para todos. Además hemos de tener en cuenta el autocontrol y el
dominio de sí como los objetivos transversales a trabajar en todas
las áreas. Sin una auténtica educación en valores, la educación
de 2030 será una auténtica reproducción de la actual y eso no nos
lo podemos consentir pues nuestra pasividad para mejorar es una falta
de contribución al bienestar y a la mejora de muchos alumnos que
vendrán. Es necesario tener siempre la actitud de luchar y de
mejorar por una escuela más solidaria y en libertad, basada en la
asunción de responsabilidades y compromisos conjuntos, no solamente
en ideas que se lleva el viento. Sólo siendo auténticos seres
humanos podemos educar y ser educados.
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