lunes, 20 de febrero de 2017

Un paseo para recordar.

Resultado de imagen de un paseo para recordar libroPaseamos por cientos de lugares, ¿verdad? Y… Cada vez que transitamos por una zona en concreto no podemos evitar recordar... Es decir, de pronto, nos invaden recuerdos… Y, sin querer, nos ponemos nostálgicos, pensando que al final solo son Un paseo para recordar… (Nicholas Sparks).

Detengámonos, entonces, en nuestro paseo literario. Miguel de Cervantes decía que La pluma es la lengua del alma. Es decir, las palabras crean, son como una pluma, y al leerlas, generan pensamientos; ideas que pueden llegar a lo más profundo de nuestra conciencia y rozar nuestras almas... Pues, la primera vez que las palabras crearon una especial inquietud en mí provenían de personajes populares… Que sí, arrancaban pensamientos y conmocionaban, te gustase o no. Recuerdo un cierto flautista de Hamelín. O el pequeño Soldadito de Plomo. No se me olvidará lo que se dejaba entrever en la Sirenita… Y es que… ¡Vaya! No puede ser que un mundo con tantas maravillas sea tan malo, entendíamos.

Resultado de imagen de mortadelo y filemon comicY seguimos leyendo porque nos place, porque nos permite aprehender más de lo que imaginamos y sentimos.  De modo que, ahora, mi volátil memoria piensa en Los Siete Secretos de Enid Blyton. ¡De la noche a la mañana, un verdadero detective! Y si paseamos junto a Mortadelo y Filemón pensamos: ¿Humor absurdo? ¡No! Nada más lejos de la realidad. Ibáñez, con sus personajes, ridiculizando nuestra sociedad, un humor desatinado en un mundo de seriedad.  Porque así son nuestros problemas. Sí. Los problemas de los seres humanos. Muchas veces, no son problemas, sino disparates. Y, en lugar de reconocerlos, decimos: ¡Maldito karma! Así nunca podré llegar al nirvana; y, entonces, nos viene a la mente la obra de David Safier y culpamos al karma por nuestras catástrofes. Que son producto de nuestro caos, y nada más. Así que, Ama tu caos, es lo que te hace ser quien eres, dice Albert Espinosa.


Afortunadamente, siempre quedan rastros literarios que, discretamente, remueven tu interior. Como lo que te hace comprender la sagaz historia de La Caja de Música, de Andrea Kane… Pues no es la mejor música, la que se escucha; es la que se lee en los ojos, y llega al corazón. Y es así como se van llenando los vacíos de nuestros pensamientos y nuestras sensibilidades. Con la lectura de obras que penetran, ahondando en lo más profundo de nuestras entrañas, y son, en cierto modo, el paseo más bonito que podemos recordar.


Obvio… Siempre hay lecturas, desdeñadas y entre polvos, que son olvidadas. Pero es que Nuestra memoria es todo un desafío, indica Joshua Foer y, aun así, siempre algo queda almacenado. Y eso que queda grabado y no se olvida, es lo que hace que nuestro cerebro crezca; y no en tamaño, sino en inteligencia. Porque la inteligencia al final se mide por nuestras palabras, que, transformadas en pensamientos, son nuestros saberes y razonamientos.

Y… Nada más. Hasta aquí llega este discurso literario que simplemente ha sido un etéreo recorrido literario… Queda mucho por recorrer…  Y, por supuesto, mucho por leer.

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